¿Cuál es el significado espiritual de las convulsiones?
Introducción
¿Existe una relación entre las convulsiones y la espiritualidad?
En este artículo analizaremos los hechos, las experiencias y las teorías en torno a este tema para determinar si existe o no una relación o si se trata simplemente de procesos fisiológicos del cuerpo y el cerebro.
Aunque no se suele hablar de ello fuera del ámbito de la investigación, se ha descubierto una posible relación entre la espiritualidad y las convulsiones.
Durante muchos años, los místicos han afirmado tener visiones y caer en estados de trance al recibir mensajes de una fuente superior.
En la actualidad se suele pensar que estos estados de trance podrían haber sido una forma de epilepsia no diagnosticada.
Sin embargo, hay muchas historias de personas que creen que la convulsión que han sufrido les ha llevado a experimentar algún tipo de despertar religioso o espiritual o a recibir mensajes de un reino superior.
A un nivel físico fundamental, no es tan difícil ver por qué.
Cuando una persona sufre una crisis epiléptica, se producen numerosas acciones físicas en el organismo, entre las que destaca el aumento de la actividad eléctrica en el cerebro.
Así, mientras que algunos pueden decir que debido a este aumento de la actividad eléctrica, usted podría simplemente estar experimentando señales confusas en el cerebro, muchos creen que las visiones y sentimientos experimentados son enviados desde otro lugar; Dios, el Espíritu, el Universo.
Es importante tener en cuenta que los casos más comunes de experiencias espirituales durante un ataque se dan en personas que han sufrido lo que se denomina un "ataque parcial", un tipo de ataque que no siempre implica necesariamente convulsiones.
A menudo descritas como una experiencia extracorpórea, como si el cerebro se reiniciara, como alucinaciones o como una sensación de profunda conexión, algunos han llegado a decir que han disfrutado de las convulsiones, ya que cuando las experimentaban era cuando se sentían más dichosos.
En las investigaciones realizadas, se ha sugerido que el aumento de la actividad cerebral durante un ataque provoca un incremento de determinados procesos cerebrales de base espiritual.
Así pues, la pregunta es si estas experiencias que la gente atribuye a la espiritualidad son, en realidad, simples fallos de encendido o una confusión en el procesamiento cerebral.
Como ya se ha mencionado, las crisis parciales son las más comunes para provocar la reacción de una experiencia espiritual o religiosa, y éstas tienen lugar dentro del lóbulo temporal.
Esta zona del cerebro, situada en el cerebro medio, es responsable de la memoria a corto plazo y del procesamiento de las emociones.
Durante una crisis, se producen numerosos fallos neuronales que afectan a muchas funciones diferentes, como el habla, la memoria, los sentimientos, el procesamiento de las emociones y, en ocasiones, también a funciones del cuerpo físico, como el movimiento involuntario de la boca y, en algunos casos, convulsiones.
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Significado espiritual de las convulsiones
Por ello, muchos científicos e investigadores descartan cualquier aspecto espiritual o religioso de las convulsiones, y muchos creen que es un mito que estén relacionados.
Con tanta actividad inusual en el cerebro, se podría suponer que es normal ver, sentir o percibir cosas fuera de lo normal.
Pero, ¿quiénes somos nosotros para descartar la experiencia de una persona e invalidar la creencia de un despertar o conexión espiritual o religiosa al convulsionar?
Curiosamente, hay ejemplos de personas que experimentan las mismas sensaciones y visiones cuando no están sufriendo un ataque, pero lo más frecuente es que estos recuerdos se produzcan tras un episodio inicial de algún tipo de ataque epiléptico.
Profundicemos un poco más en los síntomas comunes de las crisis parciales (fuente: mayoclinic.com):
- una sensación ascendente en el abdomen, similar a la de estar en una montaña rusa
- un sabor u olor repentino o extraño
- una experiencia deja vu: la sensación de que lo que está ocurriendo ya ha ocurrido antes
- una repentina sensación de miedo o alegría no provocada
Teniendo en cuenta estos síntomas, no es difícil entender cómo podrían interpretarse como algún tipo de experiencia espiritual, con efectos similares a los de algunas drogas que alteran la mente y alteran drásticamente la percepción y la capacidad de procesar información externa.
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Hay algunas teorías que afirman que, debido a la posición del lóbulo temporal afectado cuando se sufre un ataque, y dado que los cambios fisiológicos en esta zona no siempre pueden ser captados por los equipos de monitorización, la respuesta y el efecto proceden de lo más profundo de este lóbulo y quizás conectan con recuerdos ancestrales, en lugar de con recuerdos establecidos en esta vida.
Esta teoría, por tanto, apoyaría el aspecto espiritual de las convulsiones, al creer que quienes las experimentan son realmente capaces de desbloquear más de sus recuerdos profundamente arraigados que otros.
A lo largo de la historia, aunque algunos enfermos de epilepsia han sido venerados, no era raro que se les considerara demoníacos y sobrenaturales, o poseídos por espíritus malignos.
En la Biblia, por ejemplo, se dice que Jesús curó a un niño epiléptico sacándole un espíritu maligno. En algunas ramas del cristianismo se considera que los ataques se deben a una posesión demoníaca o a un castigo divino por los pecados cometidos.
En algunas culturas antiguas, como los aztecas y los incas, la epilepsia se atribuía a espíritus vudú que se apoderaban del cuerpo, "una manifestación de fuerzas sobrenaturales" [Jilek-Aall., 1999].
Sería cierto afirmar que, incluso en el mundo moderno de hoy en día, existe cierto temor en torno a la epilepsia y las convulsiones, aunque, con una educación y comprensión adecuadas, esto es menos frecuente [Jilek-Aall L.,1999].
Dado que la ciencia y la espiritualidad están muy enfrentadas en relación con este tema, es difícil confirmar una cosa u otra sin descartar la experiencia de las personas que han sufrido convulsiones.
Sin embargo, muchos científicos y médicos reputados descartarían los aspectos espirituales o religiosos en lugar de correlacionar cualquier visión, sentido o mensaje divino con el cerebro algo caótico y disfuncional cuando se produce el ataque.
Un camino hacia la empatía
Vivir con convulsiones o cuidar a alguien que las padece puede alterar radicalmente la perspectiva de la vida.
La imprevisibilidad e intensidad de las crisis epilépticas pueden recordar la fragilidad y vulnerabilidad inherentes a la condición humana. Esta experiencia, aunque desafiante, también puede servir de poderoso catalizador de la empatía.
La empatía, la capacidad de comprender y compartir los sentimientos del otro, suele nacer de las dificultades personales.
La experiencia de las crisis epilépticas puede aumentar la conciencia de las luchas a las que se enfrentan los demás, lo que conduce a un sentido más profundo de la empatía.
A medida que atravesamos la desorientación y el miedo que pueden provocar las convulsiones, aprendemos a apreciar el valor que supone para cualquiera enfrentarse a una enfermedad crónica o a un reto imprevisto. Esta comprensión va más allá de la mera simpatía, forjando un vínculo que trasciende nuestras experiencias individuales.
Esta perspectiva empática también nos recuerda nuestra vulnerabilidad compartida.
Independientemente de nuestra procedencia, todos nos enfrentamos a retos e incertidumbres.
Las convulsiones pueden actuar como símbolo de esta experiencia humana compartida, rompiendo las barreras del juicio.
Nos ayudan a darnos cuenta de que, por debajo de nuestras diferencias superficiales, todos estamos interconectados, navegando por el laberinto de la vida con sus altibajos asociados.
Al fomentar la empatía, las crisis también crean una vía para la unidad: nos muestran que no estamos solos en nuestras luchas, fomentando un sentimiento de comunidad y unión.
Es en estos momentos de comprensión compartida donde encontramos consuelo, conexión y sentido de pertenencia.
Esta unidad puede ser una fuente de fuerza increíble, que proporciona el apoyo necesario para hacer frente a los retos que pueden plantear las crisis epilépticas.
Esta comprensión empática puede ser una herramienta para la conexión espiritual. Abre canales para una comunicación más profunda, permitiéndonos conectar con los demás a un nivel fundamental.
Nos permite escuchar con el corazón abierto, ofrecer consuelo y apoyo.
Al hacerlo, no sólo ayudamos a los demás, sino que también enriquecemos nuestro propio camino espiritual.
Aprendemos el valor de la compasión, la bondad y la comprensión, virtudes que están en el corazón del crecimiento espiritual.
Por lo tanto, aunque vivir con convulsiones es un reto innegable, también puede abrir la puerta a una comprensión más profunda de la empatía. Ofrece una lente única a través de la cual ver nuestra experiencia humana compartida, fomentando el crecimiento espiritual y la conexión.
A través de las luchas, descubrimos nuestra humanidad compartida y, al hacerlo, encontramos un camino hacia la empatía.
Fuente de la imagen:
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