Según un artículo de la organización Ban the Bottle, sólo en Estados Unidos se producen anualmente un total de mil millones de residuos de botellas de plástico debido a su baja tasa de reciclaje.

En la fabricación de botellas para satisfacer la demanda estadounidense de agua embotellada se utilizan más de 17 millones de barriles de petróleo al año, cantidad suficiente para alimentar 1,3 millones de coches durante un año.

Eso sin contar el petróleo utilizado para el transporte. Si sumamos los datos de todo el mundo, el resultado es más devastador. En cambio, una botella de agua de plástico tarda más de 1.000 años en biodegradarse.

En cambio, una botella de agua de plástico tarda más de 1.000 años en biodegradarse.

"He leído que el 50% del plástico se usa una vez y luego se tira, así que creo que es urgente encontrar formas de sustituir algunas de las cantidades irreales de plástico que fabricamos, usamos y tiramos cada día.

¿Por qué utilizamos materiales que tardan cientos de años en descomponerse en la naturaleza para beber de ellos una vez y luego tirarlos?" - Ari Jonsson

Las botellas de agua de algas ofrecen una alternativa más ecológica al plástico:

El estudiante de diseño de productos Ari Jonsson ha combinado polvo de algas rojas con agua para crear una botella biodegradable. La botella está hecha de agar, un polvo hecho de algas. El origen del agar se remonta a la década de 1650, cuando un posadero japonés tiró sopa sobrante y vio cómo se gelificaba durante la noche. El agar se introdujo en los laboratorios de microbiología a finales del siglo XIX y aún hoy se utiliza para separar moléculas.

Cuando se añade polvo de agar al agua, se forma un material gelatinoso. Tras experimentar para encontrar las proporciones adecuadas, Jonsson calentó lentamente el compuesto antes de verterlo en un molde con forma de botella que había guardado en el congelador.

Mientras la botella esté llena de agua, mantendrá su forma, pero en cuanto se vacíe, empezará a descomponerse. Cuando la botella se deja al aire libre, tarda unos siete días en encogerse. Puede descomponerse de forma sostenible en el suelo, pero Ari Jonsson aún no ha determinado cuánto tardaría ese proceso.

La botella también tiene otra ventaja inesperada sobre el plástico: se mantiene fría de forma natural, incluso en climas cálidos. Además, el material es comestible, aunque Ari admite que probablemente sólo querrías comerlo si prepararas un lote de botellas en casa, y no si una botella ha estado reposando en una tienda. El sabor es un poco extraño.

Ari Jonsson admite que el mayor problema del agar como material de envasado es que se rompe con bastante rapidez, lo que no es precisamente algo con lo que uno quiera lidiar cuando se trata de transportar agua.

Estas botellas de algas se presentaron en la exposición de estudiantes Drifting Cycles, que se celebró durante DesignMarch 2016 en el interior de un faro aislado.

Crédito de la imagen - Andrey Armyagov/Shutterstock

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 Referencias www.inhabitat.com www.banthebottle.net